domingo, 2 de septiembre de 2007

Ocaso de un ciclo

De vuelta a los blogs. Primero, justifiquemos la razón de estar de vuelta y no insistir en noperosi.blogspot.com. Luego, brevemente el motivo del nombre. Después entramos al fondo.

Una ventana que cada vez tiene más adeptos y donde, si uno se da el tiempo, puede encontrar cuestiones bastante interesantes, resulta bastante atractiva. Por eso de vuelta. Y la verdad es que dado el ostracismo que conlleva el CADe por la escacez de tiempo, olvidé la clave de mi antiguo espacio, el cual, por lo menos, permanecerá ahí inalterado.

Reflexiones desde la cueva. La verdad es que siempre mi pieza ha sido mi cueva, donde reflexiono, donde descanso, donde escribo, donde leo. Ese espacio de soledad y tranquilidad detrás de la puerta cerrada. Publicaré de acuerdo a los mandatos de la prudencia los frutos de esos momentos en ella.

Ocaso de un ciclo. Después de dos años de participación activa en la política universitaria desde el Centro de Alumnos de Derecho, poco va quedando para el término de ese proceso. Mucho podría escribir de tan amplio espacio de tiempo, desde anécdotas y experiencias, hasta pensamientos y maduraciones que con la ayuda de muchos he vivido. Pero lo cierto es que me cuesta hacerlo pensando que un mes y medio es lo que queda y que el compromiso es hasta el último día. Ya tendremos tiempo para compartir esas vivencias y esas lecciones. Ojalá algunos, en su oportunidad, se animen a complementarlas.

Quisiera eso sí referirme a un punto en particular que a estas alturas resulta fundamental. ¿Qué debe motivar la participación en política, la generación de alternativas, la promoción de proyectos y el esfuerzo constante? O dicho de otra manera, ¿qué debe motivar el actuar en política? Advierto de antemano tres cosas. Primero, que lo más probable es que los lectores pondrán en tela de juicio a partir de la experiencia vivida los planteamientos que esgrimo a continuación. Es más, probablemente encontrarán hitos más o menos puntuales donde nos ha faltado coherencia en este sentido. La verdad es que lo anterior no es algo que me inquiete en demasía, pues lo cierto es que el proceso de aprendizaje es constante y el error, en la medida que se acepte e interiorice como tal (sólo es posible cuando la verdad es una algo como eso, pues de otra forma el error aparece como algo difícil enfrentado a la verdad individual) es un elemento imprescindible. Estaré muy agradecido si en privado (sí señores, si las críticas persiguen que el otro mejore y no su escarnio público, se hacen en privado) me hacen ver esas incorrecciones. Segundo, que mis conocimientos para elaborar algo más acabado sobre el punto son escasos, especialmente cuando el avatar de la acción práctica logra imponerse a veces al necesario tiempo que es preciso dedicar a la formación. Pero aún así me parece bueno intentarlo. Nuevamente feliz estaré de los complementos que alguien quiera hacer o de responder a la crítica que algunos viertan en el presente. Y tercero, que lo que escribo a continuación no es nada nuevo y podría resultar hasta obvio para algunos. Pero lo obvio por lo mismo a veces se olvida. Y me atrevo a decir que la dificultad que a veces presenta la aplicación de las ideas y los principios a la realidad práctica hace de lo que viene algo que permanentemente debemos reflexionar. Especialmente al ocaso de un ciclo.

Bueno, de vuelta al punto. ¿Qué debe fundar nuestro actuar el política? Los principios que configuran nuestra visión del hombre y nuestra visión de la sociedad. Las ideas de lo que queremos para el espacio donde nos corresponde influir (o, en nuestro caso, gobernar). Esos deben ser nuestro norte a seguir y a promover, nuestro parámetro para medir la bondad o maldad de nuestras decisiones y nuestra fuente de acción en todo momento mediando siempre la prudencia. Nada de lo que hagamos puede ir contar de nuestros principios sin que nos sea fuertemente reprochable. No son aceptables los argumentos de los costos políticos y de las dificultades circunstanciales. Habrá que ser valientes y creativos. Pues de otra forma se traduce en un barco que navega sin rumbo y que termina finalmente por ser una experiencia de flotación sin destino. Si no tenemos nada que ofrecer, mejor no hagamos nada. Ganar elecciones por ganarlas, estar en política para estar, para saciar el estómago, no tiene ningún destino. En otras palabras, el actuar en política sólo se justifica si permite una materialización de nuestros principios y orientar a nuestro espacio de influencia hacia la sociedad que queremos. Y por lo mismo sólo los mejores (entiéndase bien, no los que marcan más en las mediciones), los con mayor formación, los con más claridad, los con mayores capacidades, entre los que en un momento dado tengamos deben ser los capitanes. El timón marca el trayecto y, consecuentemente, también el puerto.

Lector, el camino trazado no es fácil. Si Ud. cree que la verdad no le viene impuesta sino que se genera en Ud. y que la bondad o maldad de los actos no es objetiva, sino que viene dada por su voluntarismo o por la sumatoria de muchos voluntarismos, vivirá en la facilidad del no error y de la no incoherencia (porque si Ud. es incoherente a Ud. mismo siendo que Ud. determina los parámetros a que ser coherente, entonces estamos en un problema que podría revestir el carácter de clínico). Por otro lado, si se inspira en principios que no se modifican, que le establecen pautas de acción y de rectitud, que lo obligan y coartan (lamentamos limitar su libertad, pero creemos que sin verdad ésta no cabe), tendrá el díficil desafío de perfeccionarse, de formarse para medir mejor sus decisiones y afinar su prudencia; de equivocarse y asumir con humildad tal condición; de ser valiente y defender eso que lo trasciende frente a la multitud adversa; de ser responsable de lo que hace a la luz no de personas, sino de ideas; y ser susceptible de juicios acerca de su afinidad o falta de afinidad a ellos. Me imagino que se dará cuenta de la diferencia. Actúe en conciencia, porque estoy seguro que en el fondo, dejando de lado eufemismos, Ud. será capaz de percibir el camino correcto.

2 comentarios:

Matías Rivadeneira dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
franco dijo...

Me alegra mucho tenerte de vuelta en estas pistas.
Cada cierto tiempo vuelvo a leer La "Carta a Cristo" de No, pero sí.
Me recuerdan las palabras que leí en el blog sacerdotessinfronteras.blogspot.com:
"Millones de imágenes nos da Internet. ¿Aparecerá el rostro de Cristo y se oirá su voz? Porque sólo cuando se vea su rostro y se oiga su voz el mundo conocerá la buena nueva de nuestra redención. Quiero exhortar a toda la Iglesia a cruzar intrépidamente este nuevo umbral, para entrar en lo más profundo de la red y mostrar «la gloria de Dios que está en la faz de Cristo» (2 Co 4, 6)" Juan Pablo II
Date tu tiempo para escribir, que tus palabras son un valioso aporte.